Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 66 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor Capítulo 7 Desarrolla confianza en Su voz Uno de los más fascinantes registros del Antiguo Testamento acerca de la voluntad de Dios para Israel (y Su pueblo aún hoy) está en Deuteronomio capítulo ocho. En los versículos iniciales de este capítulo, Dios declaró el propósito del vagar en el desierto. Yo pienso en este período como el campamento de entrenamiento de Dios. Hay lecciones terríficas en este registro para los creyentes de hoy en día. Deuteronomio 8:1-2 Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Dios nunca quiso que Israel fuera inferior a los ocupantes incrédulos de la tierra prometida. Sin embargo, aunque ellos podrían haber llegado a la tierra prometida en once días, Dios sabía que ellos todavía venían cargando equipaje maldito de Egipto. Por ejemplo, ellos se quejaron continuamente a pesar de la demostración asombrosa del cuidado constante de Dios al cruzar el Mar Rojo. Se quejaron casi inmediatamente después de ganar libertad del dominio de Faraón, y ellos se quejaron apenas tres cortos días después de la destrucción sobrenatural, por parte de Dios, del ejército impresionante del Faraón. Lo que haría a Israel superior a los cananeos era un Dios superior. Lo que haría a Israel aprender a trabajar junto a ese Dios superior era la obediencia y la confianza-del campamento de entrenamiento en el desierto. El pueblo de Dios necesitó aprender a cómo depender de Dios. Esto requirió aprender la humildad. Dios usó el desierto como un laboratorio práctico para probar su humildad en condiciones relativamente indemnes. ¿Te parece esto caprichoso, o quizás innecesario, de parte de Dios? Considera los obstáculos que Israel enfrentaría subsecuentemente en la tierra prometida. Israel era inexperto en la guerra. Cada ciudad tenía que ser tomada militarmente, y el enemigo tenía armas, experiencia y murallas. Israel no tenía nada excepto un Dios invencible. ¿Pero, estaba el pueblo entrenado para confiar en este Omnipotente Dios? Por eso, la necesidad para el laboratorio del desierto. Dios entregaría a Israel, así como Él entregará a Su pueblo hoy, cuando ellos aprendieran el arte de oír Su voz y obedecerla. De hecho, éste es el mensaje del próximo verso.

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