Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 65 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor Muéstrame Tus caminos David fue un hombre que conoció el valor de buscar los caminos del Señor; lo cual se le reveló cuando él ministraba al Señor a través de cantar salmos. Quizás más que cualquier otro ejemplo en la Escritura, David ejemplificó el corazón necesario para caminar por el Espíritu. Considere que este hombre, llamado “un hombre según el corazón de Dios,” anheló el día en que el pudiera ver al Mesías. Él siguió adelante, por revelación, con la certeza que el habría de ver algún día el fruto de su obra, a través de su linaje, el Cristo (Hechos 2:30). Este hombre supo la alegría y los beneficios incesantes de buscar la presencia del Señor diariamente. Él aprendió a ministrar a Él por preguntándole cómo quisiera ser ministrado. Salmos 25:4-5 Muéstrame oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día. Salmos 25:9-14 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto. Recuerde: El Señor ha pactado con cada uno de los que le hemos invocado y le hemos pedido que sea nuestro Señor. Nos ha permitido el privilegio de ministrarle a Él y comer el maná de Su revelación cenando a Su mesa. Nuestra hambre por conocerle va en correlación directa con el hambre por comida física que tengamos todos los días. A veces, pueda ser que necesitemos de la ayuda del Señor para estar más hambrientos. El apetito puede desarrollarse, y el Señor tiene el restaurante más asombroso que nunca cierra, y cuyo menú siempre está cambiando. Las comidas crecen más satisfaciendo y nutriéndonos cada vez que nos sentamos para comer. Sin la comida de Su revelación, nosotros no podemos hacer nada. Seamos como Samuel-diligentes para ministrar al Señor cada día, y preparados para decir: "Habla Señor, que tu siervo oye." Y podamos ávidamente decir: "Si Señor, Te obedeceré rápidamente."

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