Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 60 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor rhema para Su pueblo. En el verso siete, una verdad fantástica surge. Samuel no supo oír la voz del Señor porque él no conocía todavía al Señor. Samuel aún no tenía una relación activa con Él. Samuel hacía sus deberes de servicio en el templo bajo la palmadita de aprobación de Elí. Estaba especializado desde su nacimiento para servir en el templo obedeciendo la dirección de Elí, respetuosamente, a pesar del mal penetrante generado por sus hijos. Pero Samuel todavía no tenía una relación bidireccional con el Señor. Una relación así realmente tiene todo que ver con el oír de Su voz. ¿Que es ministrar al Señor? En pocas palabras, es la parte de hombre de cultivar una relación íntima con Jesús. Puede ocurrir solamente cuando una persona nace de nuevo porque sólo el Espíritu Santo puede llevar a una persona a la presencia del Señor. La ministración Levítica al Señor en el tabernáculo involucró muchas cosas en el reino físico-la ejecución de sacrificios, bendiciones, incienso ardiente, etc. También involucraba la limpieza del pecado. Pero central a todo, ministrar al Señor era (y todavía es hoy en día) el corazón del culto, y requiere un corazón obediente para hacer lo que dice el Señor. La ministración al Señor se hace con un corazón que simplemente quiere estar en Su santa presencia, no con una agenda, y no con cargas, sino por estar con el Primer Amor de uno. Adorar y obedecer a la revelación recibida son dos características prominentes de aquellos que ministran ante el Señor. La acción de gracias y la alabanza son dos ingredientes más para aquellos que vienen a ministrarle a Él en Su santuario. Salmos 100:1-5 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia Y su verdad por todas las generaciones. Estoy convencido que el Señor tiene un plan de estudios individual para cada creyente que desea pasar tiempo con Él para aprender. El propósito del Espíritu Santo es guiar a cada creyente a toda la verdad, y nos lleva a una relación viviente con el Rey, Jesús. Notemos cómo el Señor trabajó con Samuel. I Samuel 3:8-10 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

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