Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 61 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor Y vino Jehová y se paró y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Contestando, Samuel mostró la confianza infantil que Jesús apreció en Mateo 18:1-4 en contestación a la pregunta de los discípulos: "¿Quién es el más grande en el reino de los cielos?" Mateo 18:1-4 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Cuando joven, Samuel era humilde, ministrando ante el Señor, así debemos nosotros ser humildes si queremos entrar en el reino de los cielos. Nos atrevemos a ser tan sofisticados en nuestra teología que nos negamos a buscar y oír la voz de Dios como un niño y responder con un corazón puro como el de Samuel. No nos atrevamos a responder con escepticismo a las cosas del Espíritu Santo, empujándolo lejos cuando Él intenta atraernos más cerca de los labios del Señor. Aunque nosotros no queremos contristar al Espíritu, lo hacemos claramente así cada vez que permanecemos como sordos e insensibles a Su dirección, como Elí. No nos atrevamos a ser como los fariseos que encontraron sus propias razones doctrinales para "Escrituralmente" juzgar mal al mensaje y al Mensajero. Hay aquellos que leerán este libro y hallarán "doctrinalmente" las razones para dejar el mensaje a un lado. Pero ante el trono del juicio de Cristo, algunos podrán tener que contestar porqué ellos no tuvieron una relación más íntima con el Amo en Sus términos en lugar de los suyos propios. Nuestra relación con el Señor debe ser, por lo menos, lo suficientemente cercana a Él, como para aprender a recibir Su maná revelado, tan a menudo, como para sostenernos a nosotros y a nuestros ministerios, y tener el gozo de Su presencia. Debemos anhelar ser invitados a sentarnos con Él en Su trono (Apocalipsis 3:21) siendo fieles para superar cada duda, cada inhibición, cada pared doctrinal, cada actitud de pereza y falta de hambre espiritual para buscar Su rostro diariamente. ¿No es este el mensaje del tesoro en el campo, y la perla de gran precio en Mateo 13:4446? ¿No debemos tomar la iniciativa en la acción de lo que estamos haciendo y escoger pasar tiempo con Él a Su mesa cada día? Mateo 13:44-46 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.

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