Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 17 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor entonces habían sucedido suficientes milagros entre los miembros de la tripulaciónsanidades, drogadictos dejando sus hábitos y viniendo al Señor, trabajadores haraganes convirtiéndose en modelos de asistentes de oficiales etc.-que la fraternidad era bien conocida en todo el barco. El anterior comandante era un maravilloso hombre quien apoyó fuertemente la fraternidad una vez que vio los resultados. Hasta asistió una vez a un servicio y salió con lágrimas en los ojos. Cuando el nuevo comandante se hizo cargo, las cosas cambiaron casi inmediatamente. El nuevo capitán me ordenó dejar de andar formando fraternidades cristianas a bordo del barco. Así que tuve que hacerlo “en lo secreto.” Una noche fui citado a su oficina a las 4 a.m. para discutir un problema sin mayor trascendencia. Luego se llegó a la verdadera razón de la cita. Se me dijo que formar grupos cristianos era ilegal a menos que fuera con su permiso y solamente los domingos. ¿¡Cómo me atrevía yo a formar grupos cristianos en abierta oposición a sus órdenes directas!? Después de amenazarme con una corte marcial por ser desobediente a sus órdenes directas, me retó con una despedida burlona, “¿Por qué no le pregunta a su Dios si no puede tener reuniones cristianas los domingos así como hacen todos los demás en todo el mundo?” Le dije que lo haría y deje su cuarto. Despedido. Dios no es burlado Afuera, en la “bollard” de nuevo. No podía dormir y sentía que mi estómago había sido rasgado. Descorazonado y sin aliento, clamé al Señor en la oscuridad. Observé el tenue brillo blancuzco de las olas afuera de la borda a medida que lavaban a lo largo de la nave. Después de escucharme pacientemente, el Señor empezó a hablar. Su apacible voz interior me aseguró, “Yo te fortaleceré y te levantaré, y no seré burlado.” Dos noches más tarde, sobre el puente, ví al capitán en su silla. Sabía que el Señor esperaba que le comunicara las palabras que me había dicho. Estaba oscuro en la cabina del capitán. Dije: “Perdóneme Capitán.” “¿Qué pasa Teniente Norcross?” replicó. Le dije que había hecho como él me había pedido y que le había preguntado al Señor que porqué no hacíamos reuniones cristianas sólo los domingos tal como él pensaba que debía hacer. Luego dije: “Aquí está lo que el Señor me dijo: Te fortaleceré y te levantaré, y no seré burlado.” El capitán se salió de su silla. De la manera más humilde que yo nunca antes había visto en este hombre tan orgulloso, él dijo con asombro: “¿El Señor le dijo eso?” Continué haciendo las reuniones a bordo de su barco sin repercusiones-al menos no de parte del capitán. Una vez estuvimos en un astillero en Inglaterra. Teníamos programada una clase Bíblica que requería varias horas cada día para completarse. La clase era durante un tiempo en el cual tuvimos que permanecer por un largo período de reajuste en Portsmouth, Inglaterra. Después de una clase, uno de los electricistas vino a mí con una mirada azorada en su rostro. “¿Qué está mal?” le pregunté. Él me preguntó si nada había pasado a las luces en el cuarto de electricidad mientras se daba la clase. Le dije que todo estuvo bien. Dijo

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