Cenando a la mesa del Maestro

� Copyright 1997, 2006 - Paul D. Norcross Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.KingdomFaithMinistries.Org . 16 Cenando a la mesa del Maestro: Aprendiendo a oír la voz del Señor Salmos 139:1-10 OH Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está mi palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás.. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. El impacto de la oración ¡Aprendí a orar aun por las cosas inanimadas funciona! Por ejemplo, mi antecesor sobre la división de artillería tenía un apodo-“Teniente Boomclick.” Frecuentemente, cuando el cañón de proa de 5 pulgadas era disparado, un mini switch podría fallar y la ronda nunca dejaría el barril. Cuando todos esperábamos el disparo con un fuerte “boom,” a menudo el único sonido que se escuchaba era un “clic.” Siempre, desde que el barco era nuevo sólo había disparado en los ejercicios competitivos, con un récord entre los 60 y los 70 en una escala de 100 puntos. Cuando tomé el mando, el mismo control de fuego y personal de mantenimiento de artillería estaban allí. Pero la cosa diferente que hice fue orar. Desde mi estación de batalla en lo alto de la embarcación directriz de radar, podía mirar para abajo al cañón delantero y orar en lenguas para que el sistema trabajara adecuadamente y disparara con exactitud. Nuestro récord subió. De allí en adelante, cada vez que competimos en los ejercicios anuales de la embarcación, nuestro promedio fue de 95-casi perfecto. La única diferencia fue la oración y la alabanza a Dios. Nunca comprendí completamente el impacto de la oración hasta años más tarde, cuando como teniente comandante en la reserva, estuve estacionado por dos semanas de trabajo anual de entrenamiento en la oficina del cuartel general de la flota del Atlántico-la oficina encargada del control de los resultados de los ejercicios de competición de todos los barcos de la flota de la costa oriental. Mientras estuve allí, miré los récords de mi vieja nave. Los registros confirmaban los antiguos bajos récords y los altos récords bajo mi jefatura. Para mí asombro, los registros también evidenciaban como los récords bajaron otra vez cuando tuve que dejar la embarcación para asumir otros deberes. Para este tiempo, ya habrían pasado varios años y la metralleta nunca volvió a tener la misma eficacia como lo hizo bajo la oración. Yo continué aprendiendo a depender de la ayuda del Señor en la oración. Obedeciéndole a Él Eventualmente, la nave recibió un nuevo comandante en jefe. Para esta fecha, yo había sido movido a un nuevo trabajo a bordo, pero la fraternidad continuó creciendo, Para

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